jueves, 4 de septiembre de 2014

El trabajador Lean

Hay, aunque nos suponga un reparo aceptar su existencia, un punto oscuro en la teoria y en la implementación y desarrollo del Lean que tiene que ver con el factor humano en las organizaciones.
Lean es conceptualmente el establecimiento del reino del valor y, en la praxis, la maximalización de ese valor, del objeto económico de las empresas.
En este universo conceptual y práctico, el factor humano debe ser transformado con esos objetivos y, en ese sentido, como agente productivo, debe ser maximizado como creador de valor, esto es, debe estandarizarse y mejorarse, de forma continua, su capacidad de generar valor.

Y eso supone el riesgo de materializar el factor, deshumanizarlo y cosificarlo.
Y eso supone cargarlo de nueva responsabilidad y de estrés. Supone engancharlo en un proyecto en el que debe asumir un papel radicalmente diferente: activo y motriz en su aportación de trabajo.

Pero seguramente, este cambio es inevitable. El nuevo marco en el que realizan su actividad las empresas se rige por nuevos parametros de servicio, innovación y eficacia en el que las viejas estructuras de prestación de trabajo fijado y contratado a cambio de un salario ya no tienen cabida.

En esta nueva situación no sirve de nada que la dirección haya interiorizado las nuevas pautas de comportamiento si esto no es asumido por toda la organización como un organismo que actua sincronizado y alineado con una filosofia, un código de conducta y una práxis adaptada a las nuevas circunstancias.

Esta revolución implica o bien fascinar y ganar para la causa al factor trabajo o bien, en el otro polo, abducirlo y transformarlo para que juegue el rol que le toca.

Obviamente, la primera posibilidad es el camino "lean" para resolver el problema. Los requerimientos de la nueva función de la fuerza laboral requieren un espiritu positivo, asertivo y proactivo. Una mente abierta y adaptable. Una práxis autodirigida, exigente, constante y robusta. Y todo eso no se consigue por la fuerza, se consigue a traves de la interiorización del principio y la adhesión al codigo de conducta, esto es, como un acto de voluntad "libre".

Otro asunto paralelo y consecuente será mitigar los efectos negativos o peligrosos que la nueva dinámica produce en la fuerza laboral. Para eso necesitamos establecer un TPM paralelo, dirigido a la primera "M", que asegure su estabilidad, fiabilidad, productividad... su éxito, en definitiva.

En mi opinión, el factor Maquina es más feliz en las empresas Lean... produce más, pero lo hace mejor y cumple de forma superior con su cometido. Pero tambien conseguimos que dure más tiempo, que sea mejor conocido y que esté más cuidado: nos focalizamos en su misión como agente que añade valor y maximizamos esa funcionalidad en todas sus dimensiones.

Pues asi con el factor humano. Bajo un programa de mantenimiento preventivo y de servicio que lo mantenga estable y máximamente productivo de forma sostenida. Que le ayude a realizar su misión. No realicemos juicios éticos, simplemente criterios empresariales.




Cuestiones:
¿Es inevitable la rotación y movilidad del factor humano? ¿Se "queman" las personas en el Lean?
¿Se agota la creatividad?
¿Es posible dijar un salario por el tipo de trabajo que las organizaciones Lean requieren? ¿Como afecta el Mercado Laboral externo (con sus fluctuaciones) a la fijación de los salarios?

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